Jorgelina Hazebrouck, 2014
Me ha visto el Manneken Pis
recortes fotográficos sin edición posterior
Yo no planée estas obras.
Ellas me planearon a mí para mostrarse.
Aparecieron después de haberme hecho ser. Ser
testigo y actriz de una historia de inmigrantes belgas llenas de enigmas
y también de amor. Así corre por mis venas esa fascinación. Hace más de 20 años, cuando intentaba
convertirme en buena hija, modelé una têtê du Mannequen Pis- cápita para
presidir un cuerpo que no fue, aunque –lo supe luego- había surgido para algo.
Hace 3 al menos, la tentación me llevó a
disertar sobre aquellos belgas radicados en Rosario y allí comenzó la alquimia.
Fuertes intentos de sutiles rescates fotográficos terminaron engendrando la “obra”.
En algún momento,esas imágenes
fotográficas defenestraron mis deseos e ideas previas, intercambiándolos por
otros oníricos, donde la desestructuración material y mental convierte los
reflejos en autorretratos imposibles o en reformulaciones de base flamenca y
barroca.
Todavía siguen las apariciones, su desfile no cesa. Al tiempo que temo mirar los archivos porque nunca encuentro lo que
allí dejé o creí dejar. Solicito ayuda, por no pedir directamente auxilio!
E insisto en discutir mi grado de responsabilidad
frente a las mismas. En todo caso considéreseme inimputable.
¿Qué pasa cuando otro te mira?
¿en qué te convertís en la mirada del otro?
¿qué cosas propias conservas y qué cosas nuevas aporta la otra mirada?
¿qué ve?
¿ve un reflejo?
¿sos
como te ve el otro,
como te muestran
tus propios reflejos, o cómo te
crees que sos?
En definitiva,
¿sos una reconstrucción propia a partir de otras MIRAdas?
¿y si el que te mira no es una persona? ¿si el que te mira es una
representación de una persona, acaso inexistente, un mito, un objeto inanimado
que de repente cobra la capacidad de devolverte una imagen? Representación de
representación, objeto al fin, amasijo de materiales inertes, ese es quien te
mira: ¿qué valor podrás asignarle a esa mirada objetiva pero imposible? Una
mirada qué solo es capaz de ser a partir de tu presencia, pero que, como
boomerang, trueca la intención de retratar en ser retratado. Un juego perverso
donde la omnipotencia que nos da el dominio de la destreza técnica desparece
ante el capricho de quien ni siquiera
está muerto porque jamás tuvo vida.
Todas esas preguntas que me llueven a
partir de cada imagen y cada vez que las observo, me revelaron algunos
descubrimientos:
¿Qué ocurre si me doy cuenta queme alegra
ser quien ese montón de barro cocido me dispone? ¿sime atrae la idea de
presentarme como una nueva versión dirigida, quizás, desde el más allá por
fuerzas incomprensibles?¿qué
pasa si descubro que la mirada irreverente de la estatua me define mejor que
otras?¿y si al fin la respuesta a quién soy, viene
definitivamente de quien jamás soñé preguntar? ¿será posible que esa lectura
que hace una estatua me guste más que la propia?¿y si inevitablemente respondí
a una serie de procesos que van desde el bodoque de arcilla a la toma
fotográfica profesional, pasando por una serie de estímulos varios provocados
por personas totalmente ajenas a la cuestión y cuyo único fin era que hoy,
descubra y pueda presentarme de esta manera?¿quien urdió las condiciones para
que no quede fuera del proceso todo mi bagaje ancestral, todas mis atracciones,
mis miedos, mis fantasmas, mi ácido sentido del humor?
Creo que todos ustedes son corresponsables
de esto. ¿Quién podría haber sospechado que esto ocurriría? ¿Quién -sino me
hubieran estimulado para concretar cada una de las miles de etapas y acciones
que convergen en estas conclusiones- hubiera ideado semejante improbabilidad?
Creo que más allá de mi, todos y cada uno
de ustedes –en alguna etapa- algo han hecho para que esto se encadene y se
construya lo que hoy podemos ver. No existen otras explicaciones. La
responsabilidad es colectiva. Después de haber estado tan desconcertada como
probablemente algunos de ustedes estén hoy, yo les agradezco: me he encontrado,
me ha visto el Manneken Pis.
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